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Lohana Berkins

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Activista, luchadora, comprometida, inteligente, desarraigada, orgullosa, resistente, expulsada, travesti.

Lohana Berkins se construyó a sí misma, fue de a poco, desde una localidad en el extremo norte de Argentina, llamada Salvador Mazza, popularmente conocida como Pocitos, en la provincia de Salta. Paradojas de la historia, también tiene dos nombres, como le pasó a Lohana.

Quiso llamarse Ana, como su madre, pero en el cabaret le sugirieron un nombre con más glamour, respondiendo a un modismo del habla provincial, según el cual  a todo le anteponen el artículo ‘lo’, así pasó a ser Lohana.

Pueblo chico, ¿infierno grande?, enclavado en una provincia muy tradicional, en el que no se sabía mucho qué pasaba con el género, menos con el género autopercibido. Pero Lohana lo sabía, lo supo siempre. 

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Orgullosa de ser salteña, entendiendo que su identidad no puede ser comprendida sin ese contexto social, político y económico. También valoró ser una travesti argentina y resaltó los logros obtenidos en materia de derechos para la disidencia sexual en nuestro país. Luego de mucho tiempo volvió a su provincia natal para contarlo.

Furia travesti siempre

 

Perfil de Lohana Berkins

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“Ser travesti es lo mejor que me pasó en la vida, lo mejor,  y de volver a nacer con orgullo yo elegiría ser travesti”

Lohana Berkins
(15/6/1965 - 25/2/2016)

Simposio "Cultura, Educación, Diversidad Sexual e Identidad de Género. El arte para la transformación social". Videos: II Jornadas Nacionales de Psicología y Derechos Humanos: "Los Derechos Humanos en la Argentina del Siglo XXI". Salta, año 2013.

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La trascendencia de la identidad siempre estuvo presente, para pelear por cómo se autopercibía, para generar un estatus de derechos plenamente ausentes, para aprender y enseñarnos acerca de lo que es ser travesti. 

Travesti de pelo corto, alejada de los estereotipos, pero no de las miserias y opresiones, de los lugares predestinados por haberse animado a ser ella misma. 

Cuando la pienso, con apenas 13 años, yéndose de la casa familiar, por que o “te haces hombre de verdad o te vas de casa” - como sentenció su padre - se fue de casa sin preguntarle qué era ser hombre de verdad. Es la imagen del desamparo.

Dice Lohana: “¿No hay mayor crimen que quitarle la niñez a alguien? En las travestis es lo primero que se hace. Una niña travesti es siempre alguien expulsada de su hogar, que a los 13 años ya vive en una comunidad con adultas que tenemos la vida hecha mierda”.

Se tuvo que ir, no había otra opción para lograr ser ella, arrastró toda su vida el dolor de la ausencia, nadie la buscó. Lo contaba diciendo “Decidí irme siempre con la certeza de que me iban a ir a buscar, sigo esperando que me vengan a buscar”,  fue como si nunca hubiera existido. Su primer destino fue Salta capital y luego la ciudad de Buenos Aires.

Pensarla a Lohana desde los prejuicios, los estereotipos y los desconocimientos, es pensarla subalternizada, es pensarla desviada, es mirarala con los ojos de la matriz cis heteropatriarcal que funciona como una gran venda que determina lo que podemos ver y  lo que podemos y debemos pensar. Nos la muestra, en el mejor de los casos, como diferente.

Sin embargo, Lohana es vida, alegría por la militancia, coraje para defender sus deseos, graciosa y ocurrente para comunicar, pero también sus necesidades, sus carencias, su hambre... Lohana es sabiduría y estudio, investigación y pensamiento para darle texto al contexto de su identidad. Imposible es pensarla en pasado, porque su legado y su mensaje está más presente que nunca, no ha perdido vigencia ni trascendencia.

 

La conocemos como primera trabajadora travesti en un organismo público, asesora del legislador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Partido Comunista. Su identidad es una construcción subjetiva, política, pero también teórica. No llegó a ese lugar por un lecho de rosas, sino más bien por un camino estrecho, oscuro y complejo que se está abriendo con la lucha.

Encarnó sus deseos, sus ideas y sus posiciones. Le dio enorme importancia al cuerpo travesti, en el año 2007 decía “Yo creo que el travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo”.

Era, y es, muy difícil ser travesti, romper con el destino biológico, como ha expresado tantas veces, el travestismo interpela, corre los márgenes de lo posible; en ese contexto estudiar y trabajar no era una opción. Llegó la prostitución como medio de vida, para sobrevivir en este mundo que oculta aquellas cosas que suele consumir. Llegaron momentos en las comisarías, los abusos, la represión… Lohana decía “...las travestis somos el deseo oculto de la burguesía capitalista”. Señalando así, un mercado que discrimina, un mercado cautivo que sólo las ve prostitutas y que frivoliza su situación.

 

Eran travestis, travas, no sujetas de derecho. Nadie las escuchaba y no había posibilidad de que se oyeran sus reclamos. Poco a poco fueron logrando un lugar, en el que Lohana tuvo una participación preponderante. 

Fue surgiendo la colaboración en las calles, los encuentros con otros colectivos, hasta la necesidad imperiosa de salir cuando el país estaba estallando, lo cuenta así: "... qué significó el 19 y 20 de diciembre para las travestis puedo decir que por primera vez nos sentimos unidas a un reclamo en común: el no rotundo a la imposición de un estado de sitio. Vale ahora plantear una diferencia: para las travestis, el estado de sitio es a diario. La rutinaria persecución policial, las acostumbradas restricciones a circular por las calles portando una identidad subversiva, los permanentes obstáculos para acceder a derechos consagrados para todos/as los/as ciudadanos/as del país, entre otros, hacen de la vida travesti una vida en estado de sitio".

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Cuánto deseo, cuánto amor a sus semejantes, cuánta superación para gritarle al mundo quién era ella -Lohana- salteña, gorda, negra, orgullosa travesti. 

Siempre fue varios pasos más allá, cuestionar el binarismo y las esencias es una actitud revolucionaria, que la muestra como alguien que no se conforma con la aceptación, ni con la comprensión de lxs demás. Ella quiso construir, crear, explicar y generar herramientas para entender qué es una travesti y también para ofrecer otras posibilidades de vida.

Defender el derecho a un cuerpo propio, que no responda a estereotipos, que permita ser lo que queres ser y se puedan ir corriendo los extremos, los encasillamientos.

Ya no alcanza con denunciar las atrocidades que viven y las hacen víctimas, también hay que militar el derecho a ser reconocidas como seres humanos, es imperioso correrse de ese lugar. Lo expresa así “Un paso más fuerte es cuando esa misma víctima se convierte en sujeta de derecho. Nunca se nos puede quitar el derecho a denunciar que somos víctimas, pero no nos tenemos que quedar ahí. Vos tenés que revolucionar no sólo tu propio sentido, sino también el sentido común de la sociedad”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siempre reclamó ser vista como un ser pensante con posibilidad de generar conocimientos, ideas, pero sobre todo preguntas y respuestas tan disruptivas como su propia identidad.

 

Me conmocionó leer la siguiente frase, “Los impactos negativos que produce la ignorancia también afectan la capacidad de rebelarse”. Enorme declaración y posicionamiento político, fue pensado, dicho y encarnado por Lohana en su lucha cotidiana y nos hace reflexionar acerca del lugar de las instituciones y del saber.

Su claridad en torno a estas cuestiones la llevó a bregar por la adquisición de derechos ciudadanxs, como el resto de la población, poniendo en evidencia cómo el Estado y la sociedad empuja a las travestis, entre otrxs, relegándolas a un lugar  de objeto, a ser ciudadanas de segunda, sumidas a roles de uso y abuso, con escasas posibilidades de una vida digna.

La militancia por la Ley de Identidad de género fue un avance para correrlas de ese destino predeterminado, un puntapié inicial para empezar a darles un lugar en la sociedad que les permita obtener derechos. 

Ella siempre decía, al hablar de las travestis: “Somos traidoras del Patriarcado” esta idea cobra fuerza en ella a lo largo de su vida, ayudándola a definir y presentar la identidad travesti, como un proceso, que va mucho más allá del binarismo. Cuando nos dice que “Muchas cosas hacen a una persona y no sólo la circunstancial realidad de sus genitales. Ser transgénero es tener una actitud muy íntima y profunda de vivir un género distinto del que la sociedad le asignó a su sexo. No se trata de la ropa, el maquillaje o las cirugías... Se trata de maneras de sentir, de pensar, de relacionarnos y de ver las cosas”.

El pensar a los seres humanos como puntos de partida, abre enormes posibilidades de construcción de nuestras subjetividades, es un regalo que nos hace y permite pensar desde nuestra humanidad, más allá de nuestro género, nuestra orientación sexual.

 

En tiempos en que tantos “hijos sanos del Patriarcado” nos demuestran su plena vigencia, cuando nos violentan cotidianamente, nos matan, pienso cuánto más saludable sería que empecemos a valorar la traición de la que habla Lohana. Y así poder salir de la matriz cis heteropatriarcal. Ella nos ha instado a que vivamos en nuestros propios términos, para encontrarle así sentido a la vida.

Se fue muy pronto de este mundo, nos dejó un 25 de febrero de 2016, su mensaje final a sus compañeras la muestra tal cual fue: una luchadora incansable, que sabía muy claramente a dónde quería llegar. 

Estas fueron sus últimas palabras, su legado: "Queridas compañeras, mi estado de salud es muy crítico y no me permite reunirme personalmente con ustedes. Por eso quiero agradecerles sus muestras de cariño y transmitirles unas palabras por medio de la compañera Marlene Wayar, a quien lego esta posta. Muchos son los triunfos que obtuvimos en estos años. Ahora es tiempo de resistir, de luchar por su continuidad. El tiempo de la revolución es ahora, porque a la cárcel no volvemos nunca más. Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor. El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí, no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos. Furia Travesti Siempre. Un abrazo".

Su activismo constante por los derechos se pone de manifiesto en hechos concretos y en sus pensamientos teóricos. Podemos decir que Lohana encarnó en sus luchas, en su propio cuerpo, aquello que pensó, estudió e intentó enseñarnos.

Vivir en un estado de sitio es vivir en una extrema vulnerabilidad, es vivir siendo vista como la escoria de la sociedad, lo abyecto, lo que hay que ocultar, tapar, es cuando sólo se espera determinadas cosas de vos, cuando sólo te dejan ser eso.

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